Hace ya años le intentaba explicar a mi hermana (ingeniera y empírica donde las haya) la eternidad del Amor y como, siendo eterno, sin embargo era posible vivirlo varias veces a lo largo de la vida sin menoscabo de la intensidad o calidad de cada uno de ellos; argumento tras argumento era tirado y vapuleado por exceso de romanticismo y exceso de poesía en las premisas utilizadas hasta que ya desesperado me vinieron a la memoria las paradojas de Zenon y como quien se agarra a un clavo ardiendo empecé a aplicarlas al amor de tal forma que si Aquiles no alcanzaba a la tortuga porque al dividir la distancia que le separaba de ella a la mitad, y esa mitad a la mitad y así hasta el infinito la suma era infinita y el pobre Aquiles no alcanzaría nunca a la tortuga porque el infinito los separaba; de la misma forma, como en el segundo que amas, que lo puedes dividir a la mitad y esa mitad a la mitad y.... así sucesivamente convirtiendo el instante amoroso en infinito, eterno ...... y ya con esta argumentación la deje por un momento (finito) callada, instante que aproveche para hacer mutis antes de que me la tirara por el suelo.
El amor es eterno en ese instante-segundo que se vive y decimos te quiero; y ese te quiero flotara, mecido entre dos, en la eternidad.
Panta Rey, nadie se baña dos veces en el mismo río ...pero eso es otra historia y Heraclito el protagonista.